Crónicas en tiempos de COVID 19
Por Arely Hernández
Día 1: Estoy llegando a México desde Madrid, aquí aún no hay alertas, recibo un correo de una persona con la que conviví hace un par de días, informándome que su hijo tiene coronavirus. Caigo en la cuenta de que es probable que yo también lo tenga. Tengo un poco de miedo porque mi mamá tiene 64 años y mi papá 69. Hay mucha incertidumbre y desinformación, se sabe muy poco en mi país, pero las cifras estadísticas de la gente mayor de edad muriendo en el mundo son muy altas.
Decido ni siquiera pisar mi casa, afortunadamente tengo un lugar en donde quedarme sola y por decisión propia comienzo a hacer mi cuarentena que en realidad es una quincena, es una medida que han tomado muchos países, para observar si aparecen síntomas.
Día 2: Vuelvo del hospital porque me hice la prueba para COVID 19, quiero saber si puedo regresar a casa. Consta de un exudado nasal y un exudado faríngeo, lo cual es de las peores experiencias médicas que he sentido hasta ahora, el rosar del cotonete en la pared posterior de mi fosa nasal es muy incómodo y se me sale una lágrima. Me dicen que tendrán mi resultado de 24 a 48 horas y que me llamarán por teléfono, finalmente me piden mantenerme aislada como hasta ahora.
Día 3: No hay refrigerador. Mis papás me ayudan con la comida pasándomela como imagino lo hacen en la cárcel, mejor no arriesgar. No me da hambre, pero sí tengo ganas de estar comiendo solo por gula, es el aburrimiento, creo que tengo que comenzar a moverme más, empiezo a hacer rutinas de ejercicio, pero ha comenzado a hacer calor, entró recién la primavera, por lo que me quito los pantalones y empiezo a hacer ejercicio en calzones, qué más da, no hay nadie más aquí.
Día 4: Como no tengo permitido salir entonces hago labores domésticas de limpieza con demasiada frecuencia, pero no me quejo, es una gran manera de invertir el tiempo y agotar la energía. La escoba y la música son increíbles compañeras, no me queda de otra, home office o citas online no son opción para una dentista.
Día 5: Han pasado más de 48 horas desde que me hice la prueba. No he recibido ninguna llamada así que decido llamar al hospital y tras insistir varias veces me dicen que mi resultado para el virus SARS CoV-2 es positivo; sí, tengo COVID-19. Hasta ahorita sigo siendo completamente asintomática, me siento increíblemente bien. Mis papás se quieren morir con la noticia, pero lo último que deseo es que algo les pase. En un inicio me sentía asustada porque a nadie le gusta enterarse que está enferma, después se me pasó porque entendí que lo único que hay que hacer es esperar en aislamiento mientras no haya síntomas graves. Ahora lo que me asusta es pensar qué voy a hacer tanto tiempo completamente sola.
Día 6: Nunca suelo maquillarme, solo en ocasiones especiales. Por suerte traía mi maquillaje en la maleta que me lleve a España. Veo tutoriales de maquillaje, me maquillo, me gusta, me siento bonita y decido hacer una sesión de fotos para presumir mi nuevo talento.
Día 7: El Internet y las redes sociales son una bendición cuando de entretenimiento se trata. Nunca en mi vida había aceptado hacer retos en historias de Instagram, pensaba que eran la mayor estupidez, pero he aceptado dibujar una naranja, una manzana, una fresa y un diente. He subido historias en redes sociales como nunca... comienzo a documentar mi día a día sola y las selfies están a la orden del día. No tengo ningún síntoma.
Día 8: Me encanta bailar salsa y bachata. Solía pertenecer a una compañía de salsa estilo Nueva York; este es mi momento, tengo todo el tiempo para practicar mis pasos de baile frente al espejo. Escucho las congas, los timbales, las trompetas, las claves y las reproduzco en mi cuerpo con toda la sabrosura, escucho la bachata y nunca antes me había sentido tan sexy y sensual bailando. "Baila como si nadie te estuviera mirando", ahora esa frase cobra total sentido.
Día 9: Creí que Netflix iba a ser de mis mejores amigos en estos momentos y no lo ha sido, me doy cuenta de que no me gusta pasar tanto tiempo frente a la computadora, más bien lo hago por necesidad cuando mi vida es "normal". Son las 11 pm y el silencio se apodera de la noche, acabo de escuchar como le pegan a un niño, gritos de mamá nefasta y el niño indefenso llorando, -mamá por favor no me pegues-, no identifico de donde proviene, pero no es tan cerca. No entiendo para qué la gente quiere hijos si los va a tratar así, pienso que yo no quiero hijos, pero si por alguna razón los tuviera, nunca haría eso, me pongo a escuchar música para tratar de olvidar. Sigo asintomática.
Día 10: Estoy adolorida por bailar y hacer ejercicio, de un dolor placentero. No sé si es lunes o martes, perdí la noción de la semana. Hoy fue mi primera clase del posgrado vía Internet, nunca había tenido esa experiencia, tenía pocas expectativas, pero la verdad me encantó tomar clases en mi cama y en pijama.
Día 12: Hay gente que se queja de no tener que hacer, que están aburridos, eso dicen. Me doy gracias a mi misma por tener hobbies y aspiraciones de vida, mas allá de mi profesión, que me permiten disfrutar de mi soledad y de mi día a día con una sonrisa en el rostro. Ahora el día no me alcanza, tengo que comer, dormir, hacer ejercicio, bailar, debo hacer mi trabajo de titulación, tomar clases y hacer videollamadas con mis amigos, tengo que hacer la limpieza de la casa y quiero ver películas, quisiera que el día durará más.
Día 13: Hoy más que nunca entiendo por qué este virus en tan contagioso, es que pasa desapercibido, la gente sin síntomas como yo anda paseándose por la calle quizá esparciendo una entidad de ácidos nucleicos sin darse cuenta. Extraño a mi familia, a mis amigos y a mi novio pero me siento satisfecha por ser responsable con ellos y con la sociedad estando aquí encerrada, ojalá todos reaccionaran como mi cuerpo lo hizo, sé que no será así por eso hay tanta gente muriendo y me enoja que haya tanta gente que no es capaz de entender la magnitud del problema.
Día 14: Nunca tuve algún síntoma, estaré encerrada una semana más "para amarrar" como diría la gente. Debo desinfectar la casa y mis cosas muy bien para que cuando regrese con mi familia no corran ningún riesgo de contagio. Me la pasé muy bien, me siento privilegiada por tener una familia que me apoyó durante este tiempo y agradecida con la vida por estar en condiciones sociales y económicas que hicieron de mi cuarentena algo soportable, ojalá todos pudieran tener esta suerte.
Saldré de aquí siendo una mejor persona para el mundo, creo que, si nos está pasando esto es porque el planeta necesita un respiro de nosotros, siempre lo ha necesitado y todo tiene un porqué, las epidemias han existido a lo largo de la historia. Informaré a toda la gente mi experiencia con el virus, trataré de hacer que todos se cuiden y nosotros seguiremos con las precauciones debidas sin caer en pánico, espero la pronta recuperación del planeta y de las personas que habitamos en él.