Los huecos y El lenguaje del tacto

29.06.2020

Imagen de Enrique Ruiz, Error 404. 


Por Gloria Cárdenas 


LOS HUECOS

Decidí alejarme de muchas personas para acercarme más a mí. De manera muy egoísta pero urgentemente necesaria, empecé a recoger los pedazos de mí que dejé en otras personas como para volver a armar el rompecabezas de lo que soy. Recogiendo mis migajas he estado rellenando los huecos que se hicieron al darme y que me convirtieron en alguien que me costaba reconocer.

¿Qué tanto de lo que soy, soy yo? ¿Qué tanto soy tu?


EL LENGUAJE DEL TACTO

Después de 2 meses y algunos días empiezo a reconocer que existe un lenguaje del tacto.

Me hace falta tocar, me hace falta abrazar. El distanciamiento social me ha revelado lo que tocando se dice sin palabras... lo que digo al tocar, lo que hablo con un abrazo, lo que grito con cercanía y la salida de mis emociones estando cerca de quien quiero estar.

Puedo funcionar de manera objetiva, racional y fría, pero al momento en que un intercambio personal ocurre a nivel de sentimientos, mi cuerpo y mi piel demandan contacto. Mi piel quiere sentir, la energía del sentimiento exige salir y encontrar la energía del otro.

¿Qué hay de esta necesidad de contacto?

Con miedo, llena de dudas y tal vez de ignorancia, empecé este encierro sin tener contacto ni con la familia con quien vivo en casa. Sin abrazar, ni besar, de lejos decía "buenos días" o "buenas noches". Tenía miedo que al acercarme estuviera poniendo en riesgo a la otra persona. Poco a poco fui dándome cuenta que mi necesidad de contacto era mayor que la preocupación por esa irrealidad de contagiarnos familiarmente sin saber. Empecé besando en la cabeza, ahora abrazo, aprieto y no suelto el tiempo que sea necesario para que la energía del amor salga de mí y se deposite en el otro.

Es una necesidad de sobrevivencia, tal vez emocional, pero hasta cierto sentido fisiológica, física y 100% primaria.

Ayer vino Chela. Cuando viene, hay que pausar el mundo para estar con ella. Es algo muy especial. Pauso el mundo para escuchar, hablar y disfrutar del tiempo que comparte conmigo.

"¡Qué aburrido está así!" (Sin podernos abrazar al saludarnos o despedirnos).

Por la confianza y transparencia con la que podemos hablar, inevitablemente tocamos fibras sensibles al platicar. Así me doy cuenta, que cuando habla el corazón, no solo se vale de palabras sino también del tacto.

Y no es el lenguaje corporal, es el lenguaje del tacto; el intercambio de información que solo se da al tocarnos.

No estoy lista para salir de aquí si al salir no puedo tocar y abrazar.


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