Hoy. Sin reloj, sin tiempo.
fotografía de Brenda Guardado
Por Jeannette Garza
Es como si estuviéramos viviendo en una de esas historias que alguna vez leímos en algún libro o vimos en alguna película. La vida siempre nos sorprende: hoy nos presenta este escenario para el cual nadie nos preparó. Se escucha fácil, se trata de quedarse en casa y seguir algunas reglas. Sin embargo, de pronto nos damos cuenta que no lo es. Es difícil distanciarse físicamente de las personas que amamos, es difícil ajustarnos a una nueva rutina y a una nueva forma de trabajar o estudiar. Pero es necesario. Y te das cuenta que extrañas ir a casa de tus papás, extrañas ir a la escuela, salir a esa junta de trabajo, ir a ese desayuno con las amigas, a ese cumpleaños. Y te das cuenta de otras realidades más dolorosas: hay quienes no pueden aislarse, hay quienes tienen que salir. Y quisieras que todo fuera más equilibrado. Y escuchas noticias tristes, muy tristes; el mundo colapsa y te duele lo que sucede en cada uno de los continentes. Y quisieras que fuera un mal sueño.
Y es que de todo siempre se aprende algo. La vida nos está forzando a detenernos. Hace ya años que vivimos en un eterno correr sin descanso. Todo rápido, todo ya. Nos hemos olvidado de lo esencial, de disfrutar lo sencillo, valorar las pequeñas cosas, vivir en el ahora, sentir, escuchar. Siempre recordando el pasado y anhelando el futuro. ¿Qué no es este el momento?
Yo sí quiero aprender de este episodio, y al salir de esta tormenta, cambiar esa incesante prisa por un andar tranquilo, quedarme con todo lo bueno que me está enseñando este capítulo. Quiero volver a darle valor a lo que merece ser valorado, quiero ser y estar aquí. Hoy. Sin reloj, sin tiempo.
Quiero estar para los míos e involucrarme y escucharlos. Quiero estar para mí, en ese momento de soledad que tanto disfruto, sentada en mi rincón especial, con mi lámpara favorita encendida, unas velas y un buen libro. Quiero conversar sin prisas con mi mamá por teléfono. Quiero escribir esa reflexión que me ha estado rondando la cabeza. Quiero contar mis bendiciones y dar una caminata al atardecer, escuchando el canto del mundo. Quiero volver a mirar como viajero, mirar como niño, tener ojos de asombro. Quiero recostarme en el césped y contemplar ese mágico espectáculo del pasar de las nubes, encontrarles formas y por las noches contar las estrellas. ¿Quién dijo que el hacer está ligado a una recompensa económica o de reconocimiento? Yo pretendo otro tipo de hacer, aquel que me otorga algo más importante: bienestar y felicidad.
Porque si algo me ha quedado claro de estos momentos, es que la vida es un día a la vez.
Un simple, sabio y milenario consejo.
Lo tomo.