Es inevitable comparar
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Foto de FЯE
Por Guadalupe Aidé Rico Cisneros
Es inevitable comparar. En el 2009, viví la epidemia de la influenza AH1N1 y el aislamiento. No estaba consciente de muchas cosas, lo único que recuerdo fue que estuvimos aproximadamente dos meses fuera de la escuela (iba en sexto de primaria). Pero no recuerdo más. No estaba al pendiente de los casos confirmados, ni de la recesión económica, ni lo que otras personas estaban viviendo desde sus casas.
Aún no había un gran auge de las redes sociodigitales, la gente se quedaba en sus espacios y solo tenían oportunidad de convivir o distraerse entre su mismo contexto, en su mismo núcleo. Igual y realizaban llamadas, pero definitivamente no es lo mismo. El internet facilita la comunicación, se pueden hacer videollamadas, hablar con otras personas, tener la oportunidad de entretenerse con otras opciones.
De igual forma pasa con la educación. El sistema se detuvo. Cuando regresamos, trataron de evaluar y seguir con lo que se tenía hasta el momento antes de la cuarentena. Ahora el internet es más avanzado, y fácilmente se pueden seguir llevando las clases desde casa, en línea, aunque, para los que estamos acostumbrados a un sistema presencial, el llevar la educación de este modo es algo tedioso, y no nos acostumbramos del todo. También recuerdo que mi papá sí salía a trabajar, y ahora no, ahora ya tiene mayor facilidad de trabajar remotamente desde casa. No han pasado muchos años, pero la tecnología tuvo un mayor avance y, gracias a esto, la cuarentena en tiempos de Covid-19 no cuesta tanto. Al menos en el lado de las actividades cotidianas.
Durante estos días, he estado muy pendiente de los reportes de la Secretaria de Salud, nuevos casos, y la situación actual. A modo de entretenerme, también veo algunas experiencias en redes sociales. Algunos se aburren de más, otros han encontrado pasatiempos o realizan actividades que siempre habrían querido hacer, pero no tenían el tiempo suficiente; otros se la pasan haciendo trabajos de la escuela, algunos más están cansados de estar encerrados y, algo que me ha llamado la atención, es que hay quienes ya no quieren ver a su familia, se aburren con ellos en casa.
Personalmente, aparte de mantenerme al tanto en redes y noticias, también estoy tratando de acoplarme y encontrar algo que me distraiga. Me gusta dibujar, pero no me gusta hacerlo diario porque a veces siento que me quedo sin ideas. Me gustaría aprender a tocar algún instrumento, pero no tengo los recursos suficientes para adquirir uno en este momento. Me gusta estar con mi familia, pero también hay puntos en los que nos gusta tener nuestro espacio.
Estar dentro de casa limita a pensar en lo que podemos hacer u aprovechar, porque no todos tienen la capacidad de ser creativos para encontrar diferentes actividades en las cuales pasar el tiempo. Es un proceso diferente para todos, porque hay quienes tienen responsabilidades de escuela, trabajo u hogar, y quienes no tienen ninguna, pero igual hay un momento en el que te aburres de desarrollarte en el mismo espacio.
Quizá no sea una persona super activa, y de hecho me considero hogareña, pero se necesita un respiro a veces, salir de tu contexto diario para desarrollarte fuera de, también. Y es gracioso porque ahora que tengo tiempo, quisiera no tener tanto.
Quizá solo es mental, y estoy casi segura de que sí, porque tampoco se está cien por ciento conforme todo el tiempo. Siempre estamos buscando cosas nuevas, nuevos espacios, nuevas personas, otros pasatiempos, algo en que ocuparnos, y estar limitados en un mismo espacio nos corta la imaginación y alentarse a buscar otras alternativas, al menos a mí.