El amor en los tiempos del Covid-19
Fotografía de Brenda Guardado
Por Diva Lozano
(16 de marzo de 2020)
Me había propuesto a finalizar las actividades de la universidad sentada en la cochera de mi casa bajo un cielo aliviado de la contaminación regia. Son las 6:45 p.m. y no hace mucho tiempo llegó un auto rojo a estacionarse frente al parque, los pasajeros han salido del vehículo y al parecer son una pareja, han venido aquí por no sé qué razón, si las condiciones no se prestan realmente para andar fuera. En Monterrey el coronavirus ha llegado apenas hace unos días y la mayoría se ha impuesto cuarentena. Pero ella acaba de acercarse a mirarlo de frente, ha recargado la mitad de su cuerpo y ha extendido los brazos de par en par. Lo abraza del cuello y sin decir palabra las comisuras de su boca han trazado una sonrisa. No tengo curiosidad por saber el gesto del otro, que está recargado en la puerta del conductor dándome la espalda, sin conocimiento de mi observación tras la reja. Sus brazos le han rodeado la cintura y así permanecen. Imagino un diálogo: Qué importa la diestra y siniestra que está azotando a la ciudad. Yo te abrazo de todas formas. En mis adentros él corresponde: Si vamos a morir, no será por inconscientes, será por habernos amado. Y en medio de la inventada cursilería, lo mejor de todo es que el abrazo todavía continúa, a pesar de la pandemia, que parece dispersarse alrededor de ellos como un gas verdoso y fosforescente. En el silencio que ocurre afuera, ella ha optado impulsivamente por plantarle un beso, para que él decida continuar. Ninguno tiene idea, pero tal acto, tan íntimo y mutuo, ahora parece como si fuera el principio de otro mundo.